El lenguaje de las flores: Introducción

Significado de las flores - 18 September 2023

La odisea del lenguaje de las flores

«Todos los aromas están hechizados», escribió Joris-Karl Huysmans en A contrapelo. La magia encantadora de los perfumes proviene de las flores. Desde el nardo a la lila, desde los primeros azafranes a las dalias tardías, la gracia dela floración ha fascinado a la humanidad desde el principio de los tiempos. Estas maravillas de la natu- raleza nos hacen soñar, y con razón:realzan el paisaje con una explosión de colores, marcan el paso de las estaciones con exquisita belleza, dispersan perfumes extraordinarios que la química no deja de emular… Por ello, no es de extrañar que hayan alimentado innume- rables leyendas. Mucho antes de que la ciencia botánica hiciera sus listas de especies en el siglo XVI, con la guía del botánico sueco Linneo, las flores ya eran una fuente de inspiración para la literatura y la mitología.

Los mitos hablan de las primeras flores

En el siglo I d. C. se escribió el primer relato sobre la historia de las flores: Metamorfosis. Su autor, el poeta romano Ovidio, dedicó los últimos años de su vida a describir los mitos griegos y latinos. El libro es un texto largo en verso que explica el origen de la mayoría de las plantas y flores que conocemos en la actualidad. En el mundo de los dioses que narra, casi siempre se habla de amores que terminan en tragedia. Ninfas a las que se ama un día, para que al siguiente las abandonen al mismo dios caprichoso que las amo, y de cuyas lágrimas o sangre salió una flor que lleva su nombre. Tras leerlo, ya no se puede admirar un jacinto sin pensar en el desafortunado efebo Jacinto, cuya belleza provocaba tantos celos que terminó herido de muerte por sus pretendientes rivales. Un lecho de heliotropos siempre nos hará recordar a Clitia, la ninfa enamorada de Helios, el dios del Sol, condenada a seguir al amante que la ha abandonado por el cielo. La tradición cristiana también se interesa por las flores. Sin embargo, la explicación de su origen preocupaba menos a los primeros cristianos que el simbolismo de un color o la belleza de una corola. Por eso la rosa es tan rica en metáforas. Según algunos Padres de la Iglesia, sus espinas solo aparecieron después de que echaran a Adán y Eva del Jardín del Edén y que el hombre recordara para siempre el pecado original. En el simbolismo cristiano, las flores más hermosas son las más blancas y se asocian frecuentemente con el personaje de la Virgen. Entre estas está el jazmín, que florece en mayo, el mes de María, y sobre todo el lirio, que encarna a la Inmaculada Concepción. Menos conocidas, por ser casi siempre tradiciones orales, son las leyendas germánicas y celtas, que también hablan de flores mágicas, con poderes mágicos. Estas plantas juegan un papel importante en las historias de los druidas y las creencias populares. Hay plantas valientes, como el rapónchigo, o peligrosas, como la belladona, la dedalera y la cicuta.

De la estética china al lenguaje del amor

Algunas flores cuentan la historia de los pueblos que viven en Oriente o en los confines de Asia. Este es por ejemplo el caso de los rododendros y los arbustos ardientes que crecen en las laderas del Himalaya. Su leyenda se completa con las grandes historias de exploradores que arriesgaron sus vidas para traer variedades desconocidas de esta planta a los jardines de los lores ingleses. Hay más flores que se veneran desde la India hasta Japón. El mejor ejemplo es el loto, un símbolo absoluto de pureza espiritual y redención en la religión budista, ya que se eleva por encima del fango y florece sin mancha alguna. En China, las flores que aparecen más representadas en la pintura clásica reflejan el paso de las estaciones: la peonía para la primavera, el loto para el verano, etc. También transmiten mensajes muy complejos. En un cuadro en el que se representa el Universo, se asocia una flor a un animal u otro elemento natural simplemente porque suena de manera parecida. Los chinos componen rimas llenas de ideas que expresan alguno de los temas básicos del simbolismo cultural chino, como la riqueza, la larga vida, la paz, la virtud y la muerte natural. En Japón, el arte floral también es un lenguaje codificado. El Ikebana fue en su origen un arte marcial que practicaban los samuráis y en el que había que componer ramos de tallos recogidos al azar en el campo o de flores de temporada para transmitir un mensaje: simetría o desorden, armonía o amenaza, austeridad, el paso del tiempo… En un país como Japón, donde las emociones están tan contenidas,

las flores son un medio privilegiado para expresar los sentimientos. El romanticismo ligado a las flores es, sin embargo, una creación totalmente occidental. La leyenda fija el origen de este movimiento en el Imperio otomano, donde se colgaban los tulipanes del cinturón o del turbante para expresar los sentimientos con total discreción La «floriografía» surgió en la Inglaterra victoriana, antes de conquistar Francia y Estados Unidos a lo largo del siglo XX. Con este lenguaje se empezaron a componer «ramos que hablaban», tan complejos como un poema, con la ayuda de diccionarios especializados en el lenguaje de las flores, para expresar así todos los matices del sentimiento de amor. Este lenguaje se ha simplificado con el tiempo. Pero hoy en día, las flores siguen siendo la forma preferida de declarar la pasión y de transmitir los sentimientos más delicados.

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